Hay muchos adultos que ganan mucho dinero con sus hijos. Muestran a bebés en vídeos de Youtube, graban sus gracias y consiguen visitas y seguidores, pero el niño o niña no ve un centavo, todo el dinero es para los padres.
Ahora hay una propuesta para que eso cambie, una ley que permitiría que los ingresos de los vídeos donde el niño aparece más de un 30% del tiempo sea guardado para que se disfrute después de cumplidos 18 años. La idea es sencilla: si alguien fue un éxito de niño en youtube, cuando tenga 18 años podrá recuperar las ganancias generadas.
El proyecto nace de las manos de un adolescente de 17 años, Chris McCarty, quien, después de analizar la enorme cantidad de «niños influencers» que hay en las redes, envió emails a varios legisladores locales, incluida la representante del estado de Washington, Emily Wicks, con el resultado de su investigación. De esta forma convenció a Emily y se empezó a redactar un nuevo proyecto de ley al final de la sesión legislativa.
Aún tiene que aprobarse en la legislatura del estado de Washington, y se aplicaría para contenido que genera al menos 10 centavos por visita. Un porcentaje de los ingresos se reservaría en un fideicomiso, y al cumplir los 18 años podría recuperar el dinero y solicitar, si así lo desea, que el contenido publicado sea eliminado de la plataforma original.
No es sencillo que un proyecto de ley se transforme en ley, y menos aún cuando se requiere cooperación directa de empresas tecnológicas como YouTube o Instagram, pero se ha puesto sobre la mesa la falta de regulación que hay sobre los niños en las redes sociales, ya que en algunos casos se podría hablar de explotación infantil.
En Techcrunch han comentado algunos de los casos de niños protagonistas de canales, con padres que siguen sumando dinero en sus cuentas bancarias mientras los seguidores solo quieren seguir viendo el día a día del hijo o hija.
El caso de la familia detrás del video «Charlie me mordió el dedo» ganó suficiente dinero para comprar una casa nueva, siendo uno de los casos más sonados en este mundillo, aunque en este caso la casa será heredada por los hijos en algún momento, claro.
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Autor: Juan Diego Polo