La plataforma de ‘streaming’ de videojuegos de Google (de la que nadie hablaba mal) dejará de estar disponible oficialmente en enero de 2023.
A veces no entiendo a Google. De hecho es que a veces me enfado con Google. Y hoy desgraciadamente es un día de esos, porque se hace muy difícil ya no renunciar a un servicio como Stadia, que en realidad funcionaba muy bien, sino que lo más difícil es volver a confiar en el gigante de Mountain View.
Y es que la verdad no es sólo que Google se haya cargado Stadia prematuramente, algo previsible dados los últimos acontecimientos y que Stadia se tambaleaba desde el año pasado, más bien es que Google nos había jurado por activa y por pasiva que Stadia no iba a cerrarse, que sus cimientos eran sólidos y que «siempre estarían trabajando para traer más juegos geniales a la plataforma y a Stadia Pro».
Hoy esas declaraciones son agua de borrajas, porque Stadia estaba condenada desde la salida de Jade Raymond, afamada productora de videojuegos, y el jefe de producto John Justice, dos bajas importantísimas que abrieron vías de agua finalmente insalvables para un proyecto adelantado a su tiempo. ¡Quizás aquí, en esa afirmación, esté la clave de todo…!
Por mi parte, tengo que reconocer que me da pena el final de Google Stadia y que por eso he decidido escribir este epílogo, y es que no conozco a nadie que se quejase de Stadia como servicio ni tampoco de su funcionamiento, posibilidades y opciones, aunque Google afirme eso de que «no ganó la tracción entre los usuarios que esperábamos».
Ya nos lo ha demostrado sobradamente: Google sabe hacer productos buenos, tanto de software como de hardware, pero lo de venderlos bien pues ya es otra cosa y no es lo suyo…
Google Stadia dejará de funcionar en 2023
Google Stadia funcionaba realmente bien
Para mi la idea de Stadia como «colección de entretenimiento» me encantaba, de hecho su concepto fue pionero y ninguna de las otras plataformas de videojuegos en streaming ha igualado la que para mi era la mejor puesta en escena: permitirnos comprar juegos sin necesidad de hardware, y jugarlos en casi cualquier dispositivo.
Esto es algo que ninguna otra plataforma nos ofrece sin suscripciones, y es que la clave de Stadia era precisamente esa, que Stadia Pro sólo habilitaba juegos gratuitos y acceso a una colección más amplia con un pago mensual, pero en realidad tú o cualquier otro jugador podía comprar cualquier título de forma directa, sin pagos previos y sin necesidad de consolas físicas o PCs potentes, para jugarlo después en streaming desde cualquier pantalla.
Y es cierto que otros servicios como Nvidia GeForce Now ofrecen compatibilidad con otros sistemas como Steam, e incluso Microsoft con Xbox Game Pass ofrece una colección de más de 100 juegos accesible por suscripción, pero también es cierto que ninguno de los dos funciona con los mismos estándares de calidad que Stadia en cuanto a visualización del contenido, latencias y tiempos de espera.
La única realidad es que Stadia funcionaba muy bien, realmente bien de hecho, y no he encontrado a nadie que probase el servicio y que no se sorprendiera precisamente de lo bien que iba, afirmando que efectivamente este era el futuro y que la idea de no tener que comprarse una consola molaba.
Nadie hablaba mal de Stadia. Nadie. Otra cosa es que pagasen Stadia Pro. ¿Pero esa era la idea de Google desde el principio o era crear «una colección de entretenimiento» accesible desde la nube?
El problema de Stadia era Google Stadia: llegó demasiado pronto y su creador es Google
A estas alturas tengo bastante claros los principales problemas de Google Stadia, y ninguno de estos problemas está centrado en la funcionalidad del servicio.
El primero de ellos fue de tiempos, y es que llegar a la industria del videojuego en una etapa de transición entre generaciones de videoconsolas ha hecho que Stadia naciese con un catálogo de juegos anticuado, que muchos usuarios ya habían jugado en sus consolas previamente y que no iban a comprarse de nuevo. Además, estaban Sony y Xbox, sobre todo, muy celosas de sus franquicias para sus nuevas consolas, encargándose por tanto de que Stadia no tuviese lanzamientos de relumbrón aparte del denostado Cyberpunk, que al final funcionaba mejor en Stadia que en ningún otro dispositivo.
Sin embargo, el mayor problema de Stadia es que nació antes de tiempo y lo hizo en casa de Google, como en su momento se pasó a Google Wave, ahora reconocido como gran embrión y precursor de lo que hoy son las herramientas colaborativas profesionales del tipo Slack, Microsoft Teams y similares, pero incomprendido en sus días y abandonado rápidamente por una Google siempre impaciente.
El mayor problema de Stadia ha sido nacer antes de tiempo y en el seno de una Google siempre impaciente, que no ha querido esperar a un futuro donde Stadia competiría sin duda con las mejores plataformas online de Sony PlayStation y Microsoft Xbox.
Y es esta impaciencia la que me genera desasosiego, porque es muy complicado confiar en Google después de ver cómo se carga un proyecto como Stadia que era realmente bueno, y que saben que en unos años será el futuro de un sector donde ellos han estado primero. Y me da igual que su tecnología sirva para otras cosas como la realidad aumentada, o que se venda al mejor postor para mejorar los futuros servicios de Sony PlayStation o Microsoft Xbox, porque Stadia tenía recorrido y no hacía falta despilfarrar el dinero.
Y es que el fin de Stadia, a la postre, es un despilfarro enorme para Google, que además se plantea devolvernos todo el dinero de los juegos comprados y también del hardware. Así pues y para concluir, si Google quiere devolverme la pasta bienvenida sea la pasta, al menos sólo me sentiré engañado pero no robado… Mal Google. Hoy TODO mal.
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Autor: Damián García
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