El ser humano es un experto en crear basura, y en los últimos años hay un nuevo elemento que ya se ve por todos los lados, desde bosques a playas pasando, lógicamente, por las aceras de las ciudades.
Hablamos de las mascarillas usadas, esos desagradables tejidos llenos de partículas que se cuentan por miles de millones en todo el mundo.
La buena noticia es que investigaciones recientes han demostrado que las máscaras faciales desechables podrían fortalecer el cemento de forma relativamente sencilla.
El cemento es menos propenso a agrietarse cuando se le mezclan pequeñas fibras de refuerzo antes de verterlo, y eso es lo que ha hecho que los científicos de la Universidad Estatal de Washington comenzaran a estudiar la posibilidad de que la tela de polipropileno o poliéster en las máscaras faciales desechadas podría ser una fuente de esas fibras.
Lo primero que hicieron fue quitar los puentes nasales metálicos y las orejeras de algodón, luego trituraron la tela restante en fibras que oscilaban entre 5 y 30 mm de longitud. Las fibras se trataron con una solución de óxido de grafeno, y se formó una capa sobre ellos, agregando un área de superficie adicional antes de mezclarlo con cemento de uso común. Se agregaron a ese cemento en un volumen de 0.1 por ciento.
[…] los investigadores desarrollaron un proceso para fabricar diminutas fibras de máscara, de cinco a 30 milímetros de longitud, y luego las agregaron al cemento para fortalecerlo y evitar que se agriete.
Después de un mes hicieron estudios para ver el resultado, y mostró un 47 por ciento más de resistencia a la tracción que el cemento sin tratar.
La adición de las fibras redujo, eso sí, la resistencia a la compresión, aunque fue solo del 3 por ciento.
Ya se publicó un artículo sobre la investigación en la revista Materials Letters, esperemos que ahora la industria, y la humanidad que hay detrás, se mueva para que se recicle todo correctamente y se le de el uso adecuado.
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Autor: Juan Diego Polo